Las lágrimas
dejaban ese rastro tan feo en mi rostro, pero no quería parar de llorar. No
podía. Cada vez que intentaba tranquilizarme el recuerdo volvía a mi mente
como una bomba cargada de más explosivos. Parecía que la escena había quedado
impregnada en una parte de mi cerebro y que a este le era imposible borrarlo.
Más lágrimas caían. Pasé la manga de mi polerón por mi mejilla y respiré
profundo. Resignada me levanté de la banca, tomé mis cosas y caminé hacía la
salida de la escuela. A mi favor sólo estaba el hecho de que no había nadie más,
así no tendría que responder a preguntas que no quería. ¿Cómo él me había
hecho esto? ¿Por qué se ganó mi corazón y ahora lo rompe en
pedazos? Me sorbí la nariz. Al momento de llegar a la salida me quedé
aturdida. Él estaba ahí. Parado al lado de un árbol. Ese mismo árbol que
tenía escrito nuestro nombres dentro de un corazón. Mi pecho parecía apretarse y
mi garganta luchaba por deshacerse de ese nudo. Pasé de largo sin dirigirle una
palabra, no iba a gastar tiempo. Pero sabía lo que él sí iba a hacer. Sentí sus
pasos detrás de mí, pero aún así no me di vuelta. Miré al cielo en un intento de
calmarme y respirar, sin embargo, recibí una lágrima desde arriba.
—¿Podemos
hablar?
Su voz era
neutra. No detuve el paso ni tampoco abrí la boca. No quería ninguna explicación
en este momento, todo lo que dijera sería peor. Todo ya era peor.
—Por favor,
quiero explicarte.
Me detuve en
seco. ¿Explicarme? Eso sí que no lo iba a aguantar. Volví caminar con más
rabia, pero ya me había agarrado el brazo. Me giró. Volteé la cabeza y clavé la
vista en el suelo. Sentí otra gota de lluvia caer sobre mí. Perfecto. Nada más
lindo que una lluvia en este momento.
—Es horrible
lo que hice —comenzó— tú no te mereces esto, pero… pero tenía que hacerlo, tenía
que ver si esto que estaba sintiendo por ella era real.
—Y, dime —mi
voz sonó dura— ¿Sentiste algo? La verdad es que yo creo que sí, porque vi toda
la escena y en ningún momento quisiste dejar de besarla —otra vez el nudo que no
me dejaba hablar.
—Sí, sentí
algo —dijo como si nada.
¿Qué?
Un sollozo se me escapó desde la garganta y ya no lo resistí más. Mi vista se
nubló completamente y yo sólo era consciente del dolor de mi pecho. Él había
sentido algo con ese beso que le había dado a mi mejor amiga. Y no tenía
problema en decírmelo, ni si quiera un rastro de dolor había en su voz. Otro
sollozo.
—Cálmate,
por favor —pidió.
—¡No me
pidas eso! —escupí cada palabra— y no me vuelvas a hablar nunca más ¿me oíste?
Porque ahora tú y ella estarán muertos para mí. Jamás pensé que me harías esto…
jamás.
—Creo que te
equivocaste.
—Me
equivoque de pies a cabeza eligiéndote a ti, pero gracias por abrirme los ojos
¿después de cuánto? ¡Ah, sí! Dos años. Dos años en dónde te lo di todo. Pero
parece que eso no valió nada.
—No seas
así…
—¿Qué no sea
así? —Mi voz sonó histérica— ¡entonces tu no seas un maldito imbécil! Ándate con
ella porque conmigo… conmigo ya lo arruinaste todo.
Le di la
última mirada y caminé nuevamente dejando atrás a lo que en un momento fue lo
que más quise.
Dicen que la
verdad duele… pero jamás pensé que dolería tanto.
~ No he tenido casi nada de tiempo para sus blogs, pero este fin de semana intentaré comentar más :)
~ No he tenido casi nada de tiempo para sus blogs, pero este fin de semana intentaré comentar más :)